domingo, 8 de noviembre de 2015

Textos recomendados: El universo carcelario femenino en el Régimen Franquista.

El universo carcelario femenino del Régimen Franquista. Entre la historia (post memoria) y la novela historica actual. (enlace)

Resumen.
El tema del universo carcelario femenino, como parte del sistema penitenciario franquista refleja la forma en que el estado dictatorial ejerció el poder sobre un vasto grupo de la sociedad española. El artículo al hacer un resumen de los estudios acerca del tema en cuestión (Vinyes, suárez/colectivo  36, cenarro, cuevas, Doña, los propósitos de Vallejo nágera) y enfocarlo en el actual debate sobre la memoria histórica, se propone plasmar el tema carcelario femenino en las actuales narraciones de la ficción histórica (Ferreo, Fonseca, chacón,  cañil) y  presentarlas bajo unas posibles perspectivas analíticas (lugar de memoria, posmemoria, género).

Lo mas interesante es su enlace con la memoria histórica actual y la post memoria de la cual introduce el concepto. 

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Textos sobre traumas de la Guerra Civil transgeneracionales

Voy a ir colgando aquí todos los textos sobre este tema que me parezcan de iteres para todas nosotras. 
En primer lugar podréis leer dos artículos; uno del psiquiatra Gregorio Armañanzas y otro de Joseba Eceolaza, en ambos se habla de este tema y estan publicados anteriormente en este blog y os aconsejo su lectura como introducción al tema


Elaboración Transgeneracional del Trauma: Guerra Civil Española

Gregorio Armañanzas (enlace)
Los acontecimientos traumáticos son transmitidos frecuentemente a sucesivas generaciones de forma consciente e inconsciente. El silencio es una forma eficaz de transmisión inconsciente. El trauma de los asesinatos de civiles durante la Guerra Civil Española se ha transmitido hasta las actuales tercera y cuarta generación. Es el trauma de haber perdido a un antepasado de forma violenta. Pero es también el trauma, mas oculto todavía en España, de tener un antepasado que asesinó.
Los profesionales no hemos explorado en nuestros pacientes esa parte de la historia familiar, contaminados por el silencio acerca del tema. Con el desarrollo de algunos fenómenos de la situación española tras la Guerra Civil (1936-1939).

Mas extenso que el de G. Armañanzas es tambien interesantisimo 

La violencia en la guerra civil española y su prolongación durante la dictadura franquista provocaron profundos traumas en la sociedad española. Todavía hoy muchas personas tienen miedo a transmitir sus experiencias debido al dolor que les provoca recordar estos sucesos traumáticos. La imposición de una memoria oficial de la dictadura y otras formas de violencia están en el origen de muchas de las dificultades que existen hoy para superar el pasado reciente español, pues las políticas de memoria estatales parecen insuficientes para ello.

sábado, 4 de abril de 2015

La medalla de la Memoria

Joseba Eceolaza - affna36 - Miembro de Batzarre




El ejercicio de la memoria no es siempre un viaje agradable a las entrañas de nuestro pasado. Nadie dijo que ese caminar iba a ser cómodo, porque nuestro pasado fue como fue y en él hay cosas que nos recuerdan la degeneración humana cuando se trata de una guerra o de terminar con un contrincante político. Lo decía Gregorio Armañanzas, psiquiatra, en un documental de affna36; cuando las víctimas expresen su dolor va a doler a los victimarios pero eso es parte del proceso.

Lo que se ha dicho en torno a  la medalla de oro viene a dejar en evidencia la gestión desastrosa del pasado que se ha hecho en nuestra tierra.


Rascar en nuestros recuerdos resulta muchas veces sobrecogedor porque, si esa mirada es honesta, suelen caerse no pocos mitos. El ser humano, precisamente por su delicadeza, necesita la memoria como esencia de haber sido y la posibilidad de seguir siendo en el recuerdo propio y en el de los demás. Para los que vienen esa es una herencia difícil de gestionar.

El problema de nuestra sociedad entonces, no es tanto la memoria familiar o privada que se ha transmitido, sino la ausencia de una memoria colectiva que mire sin miedo y con honestidad a un pasado del que probablemente la mayoría no nos sintamos orgullosos. Aprender a frustrarnos con el pasado es por eso una necesidad vital, si no queremos caer en un revisionismo histórico injusto. La seriedad moral del recuerdo supone mirar a las acciones de otros, y en otros tiempos, con la mejor de las distancias posibles y desde la responsabilidad hacia el pasado familiar y colectivo.

Muchos de nosotros, la tercera generación, hemos tenido que afrontar con vértigo la pregunta “¿y tú, abuelo, dónde estabas en el 36?”. A esta pregunta se han tenido que enfrentar muchos alemanes también. La diferencia no es tanto la actitud privada que uno mantiene ante la respuesta sino la que mantienen tanto las instituciones, los medios de comunicación, como la sociedad.

El contexto en esto de la medalla de oro es importante. Partimos de una Navarra donde el universo republicano fue literalmente masacrado sin posibilidad de defensa, en muy pocos días y de la forma más cruel e inhumana. A las cosas de la guerra, además, le sucedió una dictadura atroz y una democracia olvidadiza. Los familiares de los fusilados, por ello, viven sumidos en un relato del agravio tras tantos años de insensibilidad social e institucional.

Está claro que el franquismo fue, desgraciadamente, un periodo muy largo. Y en esa época había que seguir viviendo y construyendo proyectos vitales. Por ello el problema no es tanto que alguien se enriqueciera o hiciera negocios en el franquismo, sino con el franquismo. Y este matiz no es sólo una cuestión de preposiciones, es una foto fija que describe a quienes se jugaron la vida por la libertad y a quienes vivieron todos esos años cómodamente.

El problema es que cuando se premia a alguien no se puede arrinconar las sombras y destacar las luces, eso es hacer trampa. Es mejor tratar con naturalidad las contradicciones de un hombre (en una época contradictoria también) y no elevarlo a los altares
Llevo ya bastantes años en Batzarre, un colectivo que hunde sus raíces en el mejor municipalismo, por ello estoy rodeado de muchos que tienen muy buena impresión del último Urmeneta. El problema es que cuando se premia a alguien no se puede arrinconar las sombras y destacar las luces, eso es hacer trampa. Es mejor tratar con naturalidad las contradicciones de un hombre (en una época contradictoria también) y no elevarlo a los altares.

Tratar con normalidad esas contradicciones, en realidad, es hacerle el mejor favor, porque así tratamos de humanizarlo, y porque así también ponemos en valor sus aciertos, al ganar autoridad para ello. No podemos aplaudir que tuviera una mirada moderna de la ciudad sin decir que fue parte de lo peor de la Navarra del 36, no podemos destacar su contribución social sin recordar también que fue premiado por ese primer franquismo, en fin, no podemos subrayar su papel a favor del euskara sin hablar también de que el ejército nazi le concedió una medalla por su papel en la división azul. Difícil entonces conjugar bien la vida de un hombre que ha sido premiado por el fascismo de Franco, el nazismo de los 6 millones de judíos y la democracia particular de UPN.

Que fueran empresarios de éxito, o tuvieran una actitud impulsora del tejido económico no les convierte en ciudadanos ejemplares. Una cosa no se puede desligar de la otra, como si los seres humanos eligiéramos todo el rato qué parte de la cara queremos que nos fotografíen.

El tratamiento del pasado, por eso, debe ser realizado sin miedo, sin querer salvar los recuerdos particulares que cada uno de nosotros tenemos de una persona y mucho menos debe basarse en una defensa tribal de “uno de los nuestros” como también ha hecho buena parte del nacionalismo vasco. Que Urmeneta no sea comparable a Huarte, Eusa y otros no quiere decir que fuera merecedor de la medalla de oro. En este caso además las familias de los dos premiados perdieron una oportunidad de oro para tejer un discurso que conectara con la memoria del dolor republicano, una pena dejar escapar ese tren.

Como he comentado, en Alemania muchos nietos o hijos han tenido que mirar atrás críticamente para poder gestionar una pesada carga familiar. Katrin Himmler dice sobre esto que “los descendientes de los criminales de guerra nazi parecen estar atrapados entre dos extremos, la mayoría decide romper completamente con sus padres, para poder vivir sus vidas, para que la historia no los destruya. O se inclinan por la lealtad y el amor incondicional, y se olvidan de todas las cosas negativas".


La memoria, el recuerdo, los miedos individuales y colectivos, el legado, la participación en asesinatos, la herencia del ser… todo este tipo de cosas son áreas muy delicadas de nuestra psicología, por eso sorprende la trivialidad con la que ha sido tratada por las elites políticas de Navarra y por algún socio inesperado. Este debate no se puede reducir a una batalla entre la izquierda o la derecha, porque principalmente se trata de un debate entre una memoria rosa y sin problematizar, o una visión crítica del pasado que trata de bucear también entre lo que no nos gusta, como única forma en realidad de construir un buen futuro y de quitarnos el baldón de la guerra civil que todavía (aunque algunos se tapen los ojos), arrastramos.

miércoles, 11 de febrero de 2015

ENTREVISTA - Gregorio Armañanzas, psiquiatra

ENTREVISTA - Gregorio Armañanzas, psiquiatra
"La derecha de forma inconsciente se identifica con el franquismo y tira piedras contra su propio tejado"


Clemente Ros era inspector de la Policía Municipal de Estella en 1936. Antes del alzamiento, detuvo a unos falangistas por un tiroteo que se había producido en este municipio navarro. Tras el golpe, “lo secuestraron, lo metieron en la cárcel, lo llevaron a San Cristóbal y, en agosto, junto a dos políticos, lo mataron en el monte del Perdón”. Su nieto, el psiquiatra Gregorio Armañanzas Ros, relata el suceso con entereza. Para este psicoterapeuta estellés, resulta clave hablar de lo sucedido, superar ese silencio que a menudo acompaña a la memoria histórica en España. Este jueves (19:00 horas, entrada libre) hablará precisamente sobre este silencio en la sede de la asociación de familiares de fusilados de Navarra, affna36, de la que forma parte.

¿En Navarra y en España se puede hablar sobre la memoria histórica?

Después de más de 70 años, las víctimas nos podemos permitir hablar y restaurar cierto honor y dignidad. Franco murió en 1975 y, desde entonces, quizá hemos necesitado ese tiempo para poder hacerlo. Ha habido quien ha necesitado menos, pero todavía hay gente mayor que muere sin poder hablar. Lo que creo que no se está pudiendo hacer es hablar desde la otra parte de los traumatizados, que son los perpetradores. Los descendientes muchas veces no saben que sus abuelos mataban, y ese silencio está provocando mucho sufrimiento emocional, sin que estas personas sean conscientes de ello. Este asunto es complejo, porque la sociedad que rodea a esos descendientes de perpetradores sí conoce esas historias.

¿Hablar es una liberación?

Hablar es el comienzo de una curación emocional. Las cosas empiezan a dolerte, ya sea porque mataron a tu abuelo o porque tu abuelo mató, y eso anima a procesarlo conscientemente, a superar esos sentimientos de culpa y de vergüenza.

Pero hablar también es exponerte a ser juzgado.

Sí (ríe), hablar conlleva muchos riesgos. Yo me he acostumbrado a ellos. Recuerdo que la primera vez que hablé de esto fue en una conferencia en Granada, y se me pasó por la cabeza que el público pensaría Oh, pobrecito, el nieto de un asesinado. Pero hay nietos de asesinados durante la Guerra Civil que todavía no saben nada, porque por ejemplo sus abuelas no les han dicho nada. ¿Por qué? Es vergüenza, culpa…

¿No es una forma de evitarles el sufrimiento?

También, sí. Pero el problema es que el silencia transmite de forma más eficaz el impacto emocional.

¿En su caso, cómo logró saber qué le pasó a su abuelo?

Siempre lo supe, pero me quedaba una herida emocional por curar. He tenido que tener cierta edad para poder vivirlo emocionalmente, no solo racionalmente. Uno ve los hechos como si fueran una película, pero no como algo que le pasó; esa distancia emocional puede protegerte, pero lo mejor es vivirlo emocionalmente. A mí, por ejemplo, para superarlo me ha venido muy bien escribir una novela [ Fantasmas de nuestra guerra, que se publicará en abril], porque ayuda a integrar las emociones, porque mi madre se quedó sin padre.

¿Han logrado encontrarle?

No, no hemos conseguido localizar los restos.

¿Eso cómo afecta a los familiares?

De distintas maneras. Para los huérfanos es muy importante, porque, cuando el duelo no está hecho, supone lo que se intuye en tu pregunta: no se trata de encontrar unos restos, sino de encontrarle a él. Porque emocionalmente puede no estar muerto, y hay que hacer un trabajo suplementario para hacerlo, y encontrar los restos es como hacer un duelo, un entierro emocional. Los que tienen muertos en las cunetas tienen gente dormida esperando. Hay que encontrar a esos seres humanos.

Desde affna36, precisamente, se ha pedido al Gobierno Foral que avance en la financiación de la exhumación de fosas.

En mi caso, creo que el Gobierno destinó dinero, no sé si fueron 12.000 euros, para dos intentos de exhumaciones, tras la que no conseguimos hallar esos restos.

Los testimonios de coetáneos a los fusilados  resultan vitales para hallar estos restos. Sin embargo, también hay quien sabe y calla.

Claro. Hay muchos que aún tienen miedo, un trauma por un silencio que ha durado tantos años en España. Ese silencio incluso se percibe entre psicólogos que no exploran la historia familiar tras la Guerra Civil. No se pregunta qué paso, no sea que tengas algún muerto en el armario que no quieras ver.

¿Y a qué lo atribuye? Porque desde entidades vinculadas a la memoria histórica a menudo se pone como ejemplo a Alemania como una zona donde sí se han dado más pasos para repasar la historia.

Yo he tenido que leerme lo que han trabajado judíos, por ejemplo, y viajar fuera de España para poder volver aquí a explorarlo. Pero es algo que suele ocurrir con una guerra civil, en Grecia también pasa. La diferencia es que en el nazismo, ellos fueron los perdedores.

Las víctimas identifican a la derecha como si fueran los asesinos de sus abuelos. Pero la derecha lo asume, entra en ese error y no quita los símbolos (relacionados con el Franquismo)
¿Qué le parece que en Navarra aún haya símbolos relacionados con el franquismo?

Tengo la impresión de que la derecha, inconscientemente, se mantiene identificada con el franquismo. Y se tira piedras contra su propio tejado. Tal vez las víctimas también la identifican así, como si quienes están en la derecha fueran los asesinos de sus abuelos. Pero la derecha lo asume, entra en ese error y no quita esos símbolos. Aunque va habiendo cambios. Por ejemplo, el presidente del Parlamento [se refiere a Alberto Catalán, de UPN] se refirió a las víctimas, al colocarse  una placa en recuerdo de los cargos electos asesinados en Navarra, como cargos fusilados asesinados. Y ese es un cambio cualitativo importante; antes ni las víctimas decíamos asesinados.

Cada día 19 se celebra u na misa en honor al alzamiento en la cripta del monumento a los Caídos de Pamplona. La hermandad que lo organiza asegura que no entiende la polémica porque es un acto similar a, por ejemplo, la celebración del Día de la República.

No sé qué decirte... Es probable que debajo de algunas posiciones personales haya elementos de culpa inconscientes y, al final, se produce una huida hacia adelante, hacia posiciones más extremas.

¿Se sentaría a hablar con quien participa en esas misas?


Sí, me gustaría trabajar con ese tipo de situaciones. Y me sentiría cómodo si habláramos en el plano personal, y no en el ideológico, que es algo que me aburre